jueves, 23 de abril de 2009

La RSE y las Administraciones Públicas

Cada vez hay una mayor y más profunda reflexión sobre qué y cómo la Responsabilidad Social puede aportar al nuevo modelo de desarrollo que los ciudadanos necesitan y piden.
Creo conveniente dedicar unos párrafos a aclarar de qué estamos hablando cuando usamos el término Responsabilidad Social Corporativa y lo extendemos no sólo a las empresas sino a las administraciones públicas y a otras organizaciones de la sociedad (universidades, sindicatos, ongs…).


La evolución del concepto de RSC, RSE o simplemente RS[1] ha sido rápida y dinámica a lo largo de los últimos 30 años, incorporando cada vez más matices y profundidad.
ermítanme destacar al inicio de este artículo la contribución que la RSE puede hacer al mundo empresarial: ayudarle a mejorar su competitividad, favoreciendo un modelo de empresa más sostenible a nivel económico, social y medioambiental.

Este importante matiz muchas veces no es suficientemente enfatizado, siendo discriminado a favor de “el deber ser”, la obligación moral para con los grupos de interés, o reducido al ámbito de la filantropía o la inversión social, todos aspectos en si mismo positivos, pero que generalmente carecen de la contribución a la estrategia y posicionamiento de la empresa o la organización.

No es ésta la única aportación que la RS puede hacer al desarrollo de la sociedad. Otras estructuras sociales, incluida la propia administración, encuentra en la RS una herramienta privilegiada para establecer, tanto hacia el exterior como hacia su interior, modelos más sostenibles de actuar. Modelos que permiten plantear la gestión diaria de una forma que contribuya al desarrollo económico, la satisfacción de los trabajadores y ciudadanos, y el cuidado del medioambiente. Esta cuadratura del círculo es posible desde la óptica del diálogo, la transparencia, el seguimiento de los compromisos adquiridos y la incorporación de la mejora continúa en la actividad, todo ello incorporado en la visión actual que ofrece la RSE.
Tenemos pues un modelo que permite a las empresas, organizaciones y administración gestionar su contribución al desarrollo sostenible.

El aporte que la administración pública puede realizar al fomento e implantación de la RS ha sido objeto de diferentes estudios y sigue hoy en día siendo fruto de análisis. Afortunadamente no ha quedado únicamente en aporte teórico sino que en los últimos años multitud de organismos nacionales e internacionales han introducido la RS en sus agendas. Esta interés se plasma ofreciendo no sólo estímulos externos para la aplicación en las empresas, sino también herramientas para la aplicación de lo que la RS representa en la propia gestión de la administración pública sirviendo de ejemplo y a la vez arrastre, a través de la propia maquinaria económica que una administración representa y que en muchas zonas la convierte en una de las “grandes empresas” de su comunidad.

De esta manera se ha pasado de la teoría a la práctica tratando de profundizar en modelos existentes como el presentado en el cuadro siguiente en el que el carácter meramente “demostrativo” pasa a complementarse con acciones directas de gestión con un peso tan o más importante que las que aparecen en casillas anteriores para provocar cambios positivos en el mercado.


Para apoyar el desarrollo sostenible la RSE 2.0[2] trata de modificar los patrones de producción, consumo e inversión para alcanzar un desarrollo equilibrado en los tres ejes: económico, ambiental y social, asignando roles y responsabilidades a empresas, instituciones y ciudadanos, aplicando a cada colectivo la RS de forma que atienda a las particularidades de las relaciones con sus grupos de interés.
Esta evolución del concepto de Responsabilidad Social, se ve reflejado en la definición de la misma que hace la Guía de la ISO 26000 de pronta publicación:
“La responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades (productos, servicios y procesos) ocasionan en la sociedad y en el medio ambiente, a través de un comportamiento transparente y ético que:
- contribuya al desarrollo sostenible, la salud y el bienestar de la sociedad;
- tome en consideración las expectativas de sus grupos de interés;
- cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa internacional; y
- esté integrada en toda la organización y se lleve a la práctica en sus relaciones.”[3]
En la definición desaparece el término “empresarial” para situarlo en el ámbito de las organizaciones, mucho más acorde con el concepto abierto que ha ido tomando.

El debate no está ya en qué engloba la RS sino si realmente existen evidencias sobre su valor añadido. En el campo empresarial comienza a haber diferentes estudios que valoran este aporte y que pueden servir para acercar a los más alejados del concepto.
A modo de ejemplo tenemos la “Matriz de Evidencias” diseñada por Sustainability, la Corporación Financiera Internacional y Ethos en el estudio “Crear Valor: argumentos empresariales en favor de la sostenibilidad en los mercados emergentes”. El estudio tomó como base 240 ejemplos reales procedentes de más de 60 países para mostrar las evidencias de cruce entre RSE – Sotenibilidad - Competitividad.


¿Qué pasos nos quedan para seguir avanzando?
Por una parte es importante seguir avanzando en un enfoque global de la RS que permita abarcar el impulso en las empresas, las organizaciones , incluida la propia administración, y la sociedad en general.
Sin embargo podremos valorar la verdadera contribución de las políticas públicas a favor de la RS a través de los resultados concretos que se consigan y estos vendrán en cierta medida influidos por los siguientes parámetros:

La capacidad de segmentar los públicos destinatarios ajustando las medidas a sus necesidades y expectativas: aun cuando se determinan medidas específicas por colectivos es importante valorar que éstos comprenden grupos diversos con necesidades dispares. Tomando el ejemplo de la Pymes tenemos englobados en ella desde las empresas de 2 trabajadores a las de 249, con naturalezas muy diversas. Unido a esto y quizás más relevante es la diferente estratificación del interés de una Pyme por acercarse a la RSE. En la cúspide de la pirámide podemos tener las pymes que se acercan a la RSE por convencimiento, deber moral o traslado natural de sus valores como empresa en la RSE. En el siguiente escalón, a veces interseccionando, con el primero podemos encontrar pymes cuyo núcleo de negocio esté relacionado con la sostenibilidad (agricultura ecológica, energías renovables, empresas de inserción…) y que ven en la RSE un aliado para avanzar en sus objetivos. Más abajo encontraremos empresas para las que la RSE representa una exigencia del mercado dado que son proveedoras de grandes empresas o administraciones que comienzan a solicitar en su cadena de valor el traslado de sus criterios de RS. Por último encontraremos aquellas, que posiblemente sean mayoría, que sólo avancen una vez que puedan contrastar beneficios tangibles y en el corto plazo y para los que la RSE todavía está muy alejada.
El modelo de acercamiento a cada uno de estos estratos es muy diferente y puede condicionar el éxito de las actuaciones. Se ha acabado el modelo “café para todos” en las empresas los consumidores o las organizaciones.

La capacidad de perder protagonismo a favor de ganar en impacto: en muchas ocasiones la aportación de iniciativas, tanto públicas como privadas, se ve mermada por la necesidad de actuar según “mi” iniciativa o proyecto, diluyendo posibles sinergias y sobre todo una gestión más eficiente de los recursos. La participación en acciones sectoriales ya sean locales, nacionales o europeas o la búsqueda de buenos actores que hayan demostrado éxito en su trabajo en fomento de la RSE independientemente de su procedencia es fundamental para asegurar el éxito.

Las acciones de difusión social con un mensaje claro e impulsado de forma coordinada por todos los agentes: durante bastante tiempo hemos sufrido un desconocimiento y confusión sobre lo que representa y los beneficios que puede aportar la RS. En muchos casos esta confusión ha venido provocada por mensajes de las propias organizaciones empresariales que veían en la RSE un “nuevo impuesto”, los sindicatos que defendían a los trabajadores como el principal grupo de interés y no querían interferencias en su campo de actuación , las ONGs que enviaban un mensaje simplista de “RSE = apoye mi proyecto”, las grandes empresas que identificaban RSE con imagen de marca y reputación o las consultoras que defendían su espacio como un nuevo nicho de mercado. Afortunadamente este tiempo ha pasado y los mensajes comienzan a girar en una modelo de sinergia positiva que es importante reforzar y no dejar caer nuevamente en visiones parciales.

La capacidad de generar herramientas para el acceso a la información por parte del consumidor (sea persona física o institución): Se ha avanzado mucho en herramientas de gestión y diagnóstico, así como en recopilación de buenas prácticas pero sigue existiendo un doble déficit:
Acceso a información básica pero fiable, que permita al comprador discriminar positivamente y de forma generalizada, las empresas que mejores prácticas presentan en relación a la RSE.
Herramientas que permitan poner en práctica la discriminación positiva por parte de organizaciones, empresas e instituciones.
Sin esto el propio mercado no tendrá criterios de discriminación positiva para apoyar a los que más y mejor contribución están haciendo al desarrollo sostenible.

Afortunadamente retos no faltan y energía para avanzar tampoco. Sólo el tiempo nos dirá si la crisis ha sido un verdadero impulso de un nuevo modelo de RS que nos ayude a consolidar un desarrollo más sostenible.



[1] Utilizaremos en el texto las siglas RSE de forma genérica. A efectos del artículo consideramos sinónimos Responsabilidad Social Empresarial, Corporativa o de las Organizaciones.
[2] Analogía al nuevo modelo de interacción en la web 2.0 en la que usuarios, empresas proveedoras de servicios, anunciantes y otros agentes participan en la creación y difusión de contenidos.
[3] Fuente: Borrador Guía ISO 26000, WD4.2, 02/06/2008, http://www.iso.org/sr